Desde
el nacimiento de Internet, gobiernos y ciudadanos se han planteado esta
cuestión. Con el paso del tiempo, los gobiernos democráticos se han planteado
la disyuntiva de regular lo que hasta ahora ha sido un terreno baldío de
legislación tanto nacional como internacional. Por otro lado, los ciudadanos han recibido estas leyes con
relativa oposición a través de las diversas asociaciones articuladas en los
diferentes países.
Pero
más allá de la legislación nacional nacida de los elementos legislativos, somos
conocedores de una nueva era en la que las prácticas amorales se han instalado
entre los gobiernos occidentales, los cuales predican su democracia y sus
libertades, pero sus servicios secretos nos espían y nos coartan al limitar en
momentos determinados las comunicaciones.
Los
casos más recientes ocurridos han sido los apagones de Internet en Egipto o la
suspensión del servicio de mensajería instantáneo de Blackberry en los disturbios de Londres. Esto es un claro ejemplo de la intrusión de los gobiernos y de sus
servicios secretos.
El capítulo
del que hago mención establece la práctica de gobiernos totalitarios, los
cuales tienen un sistema mucho más cerrado y restrictivo con un sistema debloqueo DNS, cortafuegos o bloqueos del servicio BGP.
No
obstante, se hace mención en el mismo a las maneras que poseemos los usuarios
para sortear estas restricciones. Muchos son los modos de ello, pero cabe
destacar el uso de servidores alternativos para establecer una conexión con el
mundo o la instalación de redes inalámbricas mesh, un fenómenos al alza.
Todo
ello tiene un claro objetivo, un sociedad sin un acceso libre a Internet, es
una sociedad desinformada, con la consecuencia de desposeer de una capacidad
crítica al público, es decir, a los ciudadanos en última instancia, los cuales
tienes una serie de derechos que los son inherentes.